jueves, 28 de agosto de 2008

arte - Robert Doisneau, el otro gran beso del hombre


Dijo un buen amigo, en los años de borrón, poema y lapicero, que el coche era siempre como una habitación vacía y en silencio, después del amor. Como un descanso en la tormenta, digamos; bello descanso de bello tormentoso día.
Bien; quizás los años hayan pasado y la poesía de lo limpio, sano y tonto se nos haya caído de los dedos, de tanto mundo exterior, de tanto cargar con la compra. Quizás los coches hayan perdido sus tildes y quizás el silencio ya no es sólo descanso de amor atormentado.
Pero los tiempos siguen cayendo atropellados y la pausa tiene ahora más torrente en vida y menos descanso. Más ‘yo’ que la habitación y la compañía, más poesía, más tontería.
Y el beso, amor, el beso uno, ahora y nunca, es el único espacio sin tiempo en medio de un fulgor de día a día. Porque el beso es hoy, es ahora, es tú yo, y no un solo grito de niño engominado, de egotista que aspira y aspira. El beso es hoy, y es hoy lo más lejos que se puede estar de la vida.

1 comentario:

Ana Delgado dijo...

lo que más me llama la atención de esta foto es el fondo que está practicamente borrado por la niebla quizá...y también la pose del chico, que parece estar controlando la situación, mientras ella "se deja hacer"...