miércoles, 7 de enero de 2009

Mario Benedetti y la radio

-Hace unos años, encontré este pequeño regalo radiofónico de Benedetti, casi por casualidad, en un horatorio de esos tiernos, en que los jóvenes se sientan en las escaleras con ganas de llorar, sobre su libro de poemas de bolsillo.
Para mí fue un ratito de magia. Un homenaje a la compañía, y a la radio bien dicha.-

"Buenos días. Parece que hoy nos conceden un poco más de espacio.
¿Tregua globalizada? Ya era hora. Recorro lentamente los diarios
matutinos y las noticias no son tan nefastas como es habitual. Por
ejemplo: en Kabul los cines reabren sus puertas. Hace veinticuatro horas
que no hay ping pong de amenazas entre la India y Pakistán. Sharon y
Arafat se limitan a contemplar en televisión sus odios respectivos. En
España sólo tres maridos mataron a sus mujeres, aunque sólo uno de
ellos agregó a la suegra por las dudas. En Buenos Aires hay quien
propone un sistema especial de semáforos para evitar accidentes en los
cruces de cacerolazos. Hace dos días que el presidente Bush no agrega
más países a su nómina de futuros invadidos. No obstante, la naturaleza
halla motivos para vengarse de algo, de alguien, y reparte terremotos,
inundaciones, volcanes en erupción, torrentes desbordados. No sé si
ustedes piensan como yo, pero este mundo que nos ha tocado es una
lástima.
Dicen que fue un astrónomo de Cambridge, Stephen Hawking, el inventor
de la insensata teoría del big bang (el «gran pum», según Octavio Paz),
pero a mí es algo que siempre me provocó un explicable desconcierto
junto a una inexplicable repugnancia. Eso de ser choznos de los choznos
de los choznos de la nada no es por cierto vivificante ni confortador.
Que esta plétora de continentes, océanos, cordilleras, millones de
humanos en pigmentos varios, alimañas que van desde la cucaracha al
elefante, signifique algo así como un piojo en la inmensidad del
universo, hace que nuestras vidas se refugien en la brevedad de cada
almita. Y es entonces cuando la asunción del dinero se vuelve ridicula,
pese a que ese dinero sea después de todo indispensable para la
conquista y el ejercicio del poder.
No es mi propósito, queridos oyentes, desanimar a nadie, pero conviene
ser realistas, ser conscientes de nuestra verdadera dimensión, por
insignificante que sea. De todos modos, cuando la muerte le llegue al
poderoso empresario y al gobernante imperial y también al miserable
dueño de su pobreza, las cenizas de uno no pesarán más ni menos que
las del otro. En ese inapelable desenlace la despiadada pálida nos iguala
a todos y las penúltimas huellas se confundirán con las últimas. Mirar al
infinito es meterse en honduras. Medir un trozo de ese infinito con las
vueltas del día, es admitir que el infinito es siempre incomparable. Hay
pocas suertes capaces de salvarnos de ese y otros abismos, y una de
esas suertes es el amor. El amor es el único poder capaz de competir
con el abismo, de hacernos olvidar, aunque sea por una noche, del final
obligatorio. Ni siquiera el recuerdo del repugnante big bang puede
despegarnos del amor. Así que a amar, amigos míos. Sepan que es la
única fórmula para reconciliarse con la noche."

A voz en cuello, Mario Benedetti




Volvamos, por favor...

Los Reyes se van y el alma vuelve a descansar. Quizás la Navidad es demasiado prosaica; tanto como una vacaciones, sólo que con frío y sin ganar de joder al raso.
Mi cuarto sigue frío y yo sólo quiero volver a encontrarme; sin turrones, sin tepardeos. Añoro mis deberes infinitos. Sólo quiero un poco de Miller y Buckowsky, un poco de griegos y de italianos, un Pavón de jueves de paseo, una noche de peli, besos y edredón. Añoro mis mañanas tontas, quizás. 
Que venga el sol de una vez, y me pille haciendo los deberes.