jueves, 5 de marzo de 2009

Primera línea

Mamá dice que ya han pasado tres semanas.

¿Será cierto?, no lo sé. Hace días que no concilio un sueño en

 paz y las horas no paran de dar vueltas sobre mi cabeza, como una mala borrachera. Ojala fuera eso, ¿verdad? Que todo acabara en sermón mañane

ro y zumo de tomate. Que el sol purgara mis malas lunas, vomitando culpas y no cargándolas de preguntas que nadie quiere responder. ¿Por qué cojones nadie quiere responder? Tú lo sabes, ¿verdad? Tú has tenido diecisiete años y has odiado esa mierda de mentira inacabada que se envuelve para que los niños tontos no lo pasen demasiado mal. Tú lo has vivido también, no hace mucho; sólo que ahora eres un convicto, y eso te convierte para siempre en hombre.

Mi cuarto está como el tuyo, ¿sabes?, varado, refugiado en ayeres. Vivo en un pasado que ya no existe, del que no puedo escapar porque no consigo entenderlo. Mis cuatro paredes son de ayer, de anteayer, del día exacto en que te fuiste, aunque empiezan ya a tener el turbio olor a dejadez, a desidia, a las hojas del calendario del mes pasado.

Aquí todavía es abril, ¿sabes? Maldito abril. Maldito el día en que el mundo decidió que no eras una buena persona. Maldito seas tú, si es que no me quieres lo suficiente.

Porque mamá no sabe quererme. Lo intenta, sólo que aún piensa que el amor es una burbuja frente al mundo. Sólo que a mí ya no me sirve; no, al menos, ese mundo que te ha encerrado para librarme de ti.