miércoles, 20 de febrero de 2008

Ronco invierno

No soporto el letargo. Lo detesto. Lo miro desde mi rincón, como quien se llueve en su casa tras una ventana empapada de invierno, de gotas sucias que pican en la punta de la nariz. Lo detesto. El letargo es para otros; para los osos, para la serpiente sin piel, para el bebé que nada sabe y nada puede aún, salvo reír y llorar. Yo no lloro ya, porque puedo ser feliz en la mitad de mis días, tocando madera, micrófono y mujer. Y guitarra; dónde estará mi querida guitarra…
Las horas se hacen frías en la oscuridad. Enero se fue, con su cuesta y su factura navideña, y febrero promete sol, como ya nadie recuerda. Y sin embargo, los días siguen teniendo ese aroma a invierno, frío, oscuro, melancólico. Los románticos murieron con el XIX. Nos queda Friedrich, Bach y Lord Byron. Los demás, somos hijos de una oscuridad que espesa con los años.
Dicen que es en este tiempo cuando salen los poetas, como flor de estación. Yo no sé escribir hoy, más allá de un calor sin brújula, de unas brisas de lágrima y sonrisa, de un pañuelo que no sabe dónde manchar. Y la tinta dice hoy que no toca. Y manda ella, siempre ella, desnuda y a deshora, hambrienta en primavera, dormida y sola en el frío de estación.
Uno escribe un libro y el mundo entero se pone a aplaudir. Pero sabe que no importa, porque el aplauso sólo sabe contar las páginas y no leerlas, y en el mejor de los momentos, la emoción del confidente sólo dura lo que dura, y después, duerme otra vez, cansado, sobre su mando de quehaceres. ¿Dinero?, ¿aplauso? Nada importa, si los dedos han dejado de manchar.
Y después llega el amor, con sus besos, sus palabras, sus esquinas de sofá para un rato de carne, de labios, de sábanas grises, de deseo y felicidad. Y el amor ya no viste de Prada, que en eso hemos ganado. Viste de deseos, como yo. Y la puerta se abre y se cierra, como los ojos, como la boca, que ya no sabe reír ni llorar, porque estamos en invierno y el letargo cruza el pasillo de los hombres durmientes. El letargo suaviza los sís y los noes, el invierno esconde todo bajo la niebla y la oscuridad. El mundo sigue siendo hermoso. Pero estamos en febrero y la vida aún no se quiere mostrar.