martes, 9 de octubre de 2007

Con la verdad por delante

Alice me lo dijo la última vez: ‘mentir es lo más divertido que puede hacer una chica sin quitarse la ropa’. Ella era hermosa, claro, con cara de buena y piernas de mala. Ella era Alice y era la mentira que todo hombre quiere buscar para siempre y olvidar para nunca. Miraba sin miedo, directamente, subida en su poder de pequeña y delicada. En realidad su nombre era Jane, simplemente Jane, pero eso a nadie le importaba.Ella alquilaba las vistas de su cuerpo por billetes de cincuenta dólares. Era hermosa y decadente, sí…, y triste, con cara de feliz. Pero Alice, al menos, decía la verdad.
Mentir es divertido; sobre todo si eres hombre y nadie se muere por ver cómo te quitas la ropa. Pero mentir sólo a medias, sin extremismos; mentir levantando sombreros, jodiendo a quien no quiere escuchar palabras prohibidas; mentir diciendo que te gusta follar con chicas guapas, que quieres matar a la gente que escupe por la calle y escupir a los que dicen que no quieren saber la verdad. Porque la verdad siempre será lo más revolucionario.
Ya sé que el XXI es un siglo sin revoluciones. Lo sé. La revuelta ha salido de la calle y se ha colado entre escotes y cremalleras. Se ha colado dentro, en las pasquillas para dormir, en el güisqui de media tarde, en el amor con sudor y sin te quieros. Hoy la revolución es mentir, diciendo la verdad. Mentir es lo queda, ni más ni menos. Es lo que hay después de Camus y de las nauseas de Sartre. Ahora todos vomitamos decadencia de salón, de fin de semana, de ‘no sé qué me pasa’, de ‘no sé’, ‘no sé’, ‘no sé’… nunca, o sí…
O no, porque lo bueno de mentir es que nunca sabes si se te va a colar un cachito de verdad por entre los dientes, por entre palabras que a veces no tienen ningún significado, y a veces lo tienen todo. Porque siempre se te escapa. Siempre, gracias a Dios.
Yo aprendí a mentir antes de aprender a decir la verdad, igual que aprendí a saber antes de aprender a aprender. Por eso hoy me declaro mentiroso, pero de los que siempre dicen la verdad; de la clase de farsante redimido que promete ser sincero por el camino difícil. Yo soy así, y cambiaré. Pero hoy me siento frente a ti y sólo puedo prometerte mentiras; mentiras de verdad, verdades a medias con propósito de bonachón. Por eso ahora te pido perdón, sin ninguna garantía de enmienda. Que tú me perdones o no, que me sigas o me ignores, depende de lo mucho y lo poco que te gusten las mentiras.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Simplemente...genial

Anónimo dijo...

Yo miento
Tú mientes
Él miente
Nosotros mentimos
Vosotros mentís
Y ellos, ingenuos, se lo creen...

Adelante, amigo, siempre adelante

Anónimo dijo...

Este es un mensaje para el ideólogo de la verdad, que no es, por supuesto, el autor de este salón de mentiras: mira debajo de tu coche cada vez que vomites una de tus frases adoctrinarias y pedantes. La verdad existe, claro, pero no me vendas el sidecar con tus soflamas puristas. Repito, mira debajo de tu coche porque el día que deje las letras cogeré un kalashnikov.

Bienvenido a la mentira, amigo. Cada día somos más que los que intentamos salvar el mundo, al menos el nuestro, afilando las teclas. Te quiero.

Mery dijo...

Blanco y negro, dulce y salado, mentira y verdad...todo existe, igual que la hipocresía de quien se cataloga como defensor a ultranza de una verdad plena. Menos mal que en este mundo de mentiras aún podemos llenar nuestra vida de verdades que tienen nombre propio. ¿Una verdad?...tú.

Desde la ciudad gris...